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Criminología Mediática y la Caravana Migrante. El otro… También es «Ser humano».


El escrito que se presenta en este documento no tiene por objetivo mostrar la etiología migratoria que se está presentando en la frontera sur de México. Se puede alcanzar a vislumbrar un problema estructural de corte económico y político (principalmente), pero la realidad de este movimiento se encuentra en terrenos de profunda fangosidad que requieren un análisis mucho más amplio, como puede ser el ejemplo de la crisis política que asola Nicaragua, donde bajo el régimen autoritario del presidente Daniel Ortega se ha instaurado un orden de violenta represión, persecución política y demás prácticas características de una dictadura.

El anterior caso sirve para poner sobre este tamiz, la función de los Medios de comunicación masiva en este éxodo que persigue como último destino las tierras septentrionales; poco se habla de la crisis nicaragüense, pero sí se comienza a señalar al migrante como un sujeto «peligroso» y «violento» que amenaza nuestra integridad en todos los sentidos. Es menester enfatizar que la Caravana Migrante se encuentra conformada por personas de distinta nacionalidad, la gran mayoría de Centroamérica (Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, etcétera).

Como era de esperarse todos los Medios de comunicación masiva están centrados en darle cobertura a la noticia, sobre todo y, esto es sólo una hipótesis, después de que el presidente Donald Trump amenazó con enviar tropas militares a nuestra frontera sur para frenar el avance de dicho movimiento.

El medio audiovisual (televisión) tiene, actualmente, menor oportunidad de manipulación, pues la necesidad de rating los ha orillado a transmitir en vivo, sin embargo, estratégicamente saben cuándo comenzar y cuándo finalizar sus transmisiones. Comienzan cuando la violencia de parte de los migrantes se hace presente y alcanza su punto más álgido; terminan cuando la violencia de los policías federales (encargados de la contención) empieza. Su necesidad de rating es imperante en el avasallante mundo digital, donde cualquiera con un celular y una conexión a internet puede transmitir en vivo y sin ningún tipo de censura.

Los medios de comunicación escritos que, es prudente recalcar, se han logrado adaptar a esta época tecnológica e informativa, divulgan sus noticias a través de blogs o páginas web personalizadas, y han señalado de manera más estigmatizante esta migración; pues su poder de construcción se halla en el discernimiento racional del contenido que pretenden divulgar, es decir, ellos eligen las fotografías o videos y el diálogo que van a difundir entre sus lectores. Todo este contenido que divulgan se vale de una herramienta poderosísima: sus Fan Page (o páginas de Facebook) y presenta un elemento más aterrador: los comentarios.

Cada publicación que se ha consultado para empaparse del tema resulta asombrosa y dolorosa. Hace unos años se sufría por éxodo sirio, incluso el mundo se consternó con la imagen de aquel nene muerto en una costa turca. Ahora el mexicano revive aquel discurso racista que se expandió (y se expande) por la Europa Occidental: «ya hay muchos problemas aquí», «no hay trabajo», «hay inseguridad», «tienen cara de delincuentes (cambiemos aquí terroristas por maras)», entre otras expresiones racistas y xenófobas de alarmante importancia.

Es cierto que hay un contrapeso entre los mexicanos por tratar de crear una balanza menos nociva para este éxodo, pero lamentablemente la mayoría de los comentarios que se encuentran en este tipo de plataformas son principalmente de rechazo e instigación al odio y consecuentemente a la violencia; el centroamericano se nos presenta en los medios como un enemigo amenazante, peligroso y violento. La imagen de otro que amenaza nuestra mexicanidad y sus ¿privilegios? (por pobre e indigna que sea esta) enciende nuestras alertas nacionalistas y nos obliga a empezar a señalarlos como provocantes de nuestros futuros problemas (que ya tenemos en el presente y que el Estado nunca ha podido resolver).

Es una verdad legítima que aquí en México no van a encontrar un país prospero y de oportunidades, pero sólo por eso ¿hay que señalarlos de delincuentes? La libertad nos hace a todos potenciales delincuentes y no por eso nos señalamos cotidianamente como tal. Criminológicamente debemos evitar propagar este estereotipo que tanto daño le ha provocado a Europa Occidental y que ha erigido ideologías políticas extremistas.

Los criminólogos tenemos el deber crítico de señalar los violentos crímenes de Estado, como los sucedidos en Nicaragua (uno de los más tangibles) sin embargo la pobreza, la insalubridad y la inseguridad también representan una violación flagrante a los Derechos Humanos; dichas naciones han descuidado o desatendido y consecutivamente generan una peregrinación totalmente congruente, donde no se debe estereotipar a los migrantes como delincuentes, porque cada uno trae consigo una historia.

De nueva cuenta, cabe y es necesario señalar que la Criminología es una herramienta de crítica, y no es una opinión que señala, castiga o enjuicia, sino que actúa como una herramienta que busca solucionar los problemas que acontecen en nuestro país, sin dañar la integridad de los nuestros, ni de los demás.

Los criminólogos nos somos jueces.

Las personas no migran, están huyendo... Siempre huyendo.

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