Crónica de un secuestro virtual e intento de extorsión.
Crónica de un secuestro virtual
El martes 25 de julio del 2016 alrededor de las 6:30 pm fue la última publicación en Facebook de Carlos “X” (decidimos ocultar su identidad por motivos seguridad), rondando las 9:00 pm empezó la tortura que duraría más de 12 horas. Al parecer alguien de la recepción del hotel “Best Western” donde se hospedaba en ese momento por motivos de trabajo (Tuxtepec, Oaxaca), dio sus datos personales a una persona no identificada.
Fue entonces cuando se desató toda la historia de terror y angustia. Por eso de las 9:00 pm recibió una llamada a la habitación de su hotel, cuestión que lo hizo engancharse a todo este entramado de secuestro ficticio y extorsión. En la llamada que contestó le advirtieron que no saliera del cuarto de su hotel porque se andaba realizando un operativo de parte de “equis” cartel; andaban, supuestamente sobre la cabeza de una persona hospedada ahí mismo. Desde este momento le advirtieron que no se comunicara con la policía estatal o municipal porque ellos también estaban coludidos y de reportar su “secuestro” automáticamente sería asesinado.
El clima violento que se vive en Tuxtepec ayudó a que Carlos se creyera dicha historia, por lo que siguió las instrucciones de la persona que se comunicó con él. Minutos más tarde la misma persona se volvió a comunicar y le mencionó que tenía que verificar su identidad, a lo que Carlos, poseído ya por el miedo, comunicó todos sus datos personales: número de celular, hijos, nombre de su pareja, nombre de su madre y padre, profesión, etcétera. Ya próximas las once horas de la noche del 25 de julio, lo hicieron cambiarse de hotel (este cambio de hotel presume la intención de aislar a la víctima de cualquier contacto externo, evitando así que éste descubra que es parte de una extorsión), advirtiendo que un taxi lo esperaba en la entrada. Por coincidencia o realidad, había un taxi, el cual abordó y lo dirigió al hotel “La Fragata”. Sin pertenencias y con el alma en la mano.
Ya asentado en el hotel, toda la noche estuvo recibiendo llamadas de dos personas, una que lo amenazaba y otra que lo calmaba, algo así como un extorsionador bueno y otro malo, la consigna era: siempre tener comunicación con él, por lo que hablaban de los temas más triviales con tal de no dejarlo dormir. Ulterior a todo esto y ya con su número celular le pidieron que hiciera una modificación en su celular: teclear unos dígitos en él, entre el pánico y la sumisión, siguió las indicaciones y los extorsionadores clonaron su información (aparentemente), pues de ahí en adelante, ellos tenían el poder de comunicarse con su familia y amigos a través de su número, al parecer, incluía la comunicación por mensajería de WhatsApp.
Ya con el alba en rozando el horizonte y alrededor de las ocho de la mañana le pidieron que se tomara fotos desnudo, solo en ropa interior y con las manos atrás, a modo de maniatado. Carlos estaba ya tan sumergido en la ficción terrorista que cualquier pensamiento congruente de la situación quedaba alterado o eliminado; había caído completamente en manos de sus captores virtuales. Los individuos en cuestión le dieron la indicación de realizar dos llamadas compartidas, por eso de las ocho y media de la mañana,
donde ellos también tuvieron intervención, una a su mamá y otra a su hermano, las instrucciones fueron claras: “les vas a decir que estás bien, que estás tranquilo, que te secuestramos solamente para confirmar tu identidad y que una vez realizado eso, te dejaremos libres”. La llamada con su mamá salió bien, pero su hermano no lo creyó al principio. Por más que los supuestos captores llamaron personalmente a su hermano, este se negó a la posibilidad de un secuestro. Fue hasta una segunda llamada, donde su hermano le hizo a Carlos una pregunta clave: “¿Cómo está mi abuelita?”, a lo que Carlos respondió: “muerta”. Fue en ese momento donde su hermano también creyó el secuestro.
La reclusión en el cuarto del hotel fue a base de miedo, de amenazas, cuya temática no salía de: “te vamos a matar si sales”, “si te asomas por la ventana te pegamos un tiro”, “vas a valer verga si haces algo”, “no te pases de pendejo porque te tenemos vigilado” “Te vamos a decapitar”, etcétera. El éxito de los captores residió más en un secuestro psicológico.
Durante toda la noche estuvo presente la tortura psicológica, no le permitieron dormir, lo tenían controlado mentalmente; cortaron cualquier comunicación externa.
Terror para la familia y para mí.
Después de las llamadas a su mamá y su hermano, su primo se comunicó conmigo, preguntándome se sabía algo de él, le mencioné que no, pues sabía que por su trabajo viajaba mucho, pero trataría de ponerme en contacto con Carlos. Cuando le mandé mensaje por WhatsApp me contestaron de manera muy agresiva, por lo que intuí que no era él. Traté de seguir haciendo plática para confirmar que era él, pero minutos después lo que recibí fueron dos fotos de él: desnudo y aparentemente amarrado con las manos en la espalda. La ansiedad se apoderó de mí, empecé a temblar sin saber concretamente qué hacer. Le pregunte a/las personas del otro lado del teléfono de Carlos que ¿qué querían? Y me contestaron “dinero, no juegos, porque su hermano solo jugaba”, les mencioné que yo no jugaba, entonces me preguntaron si me podían hablar a lo que respondí que yo solo era un amigo de la familia, que no tenía contacto directo con ellos, aunque podía comunicar sus peticiones, me contestaron que no, que si no iba a ayudar que entonces lo dejara así.
En seguida le comuniqué a su primo la situación, pues resultó que yo fui el contacto de enlace. El hecho de que los extorsionadores se comunicaran conmigo del celular de Carlos, resultó más convincente para mí. En seguida envié las fotos a su primo, quien apoyó mi teoría de un secuestro real. Desde ese momento yo corté comunicación con los protagonistas.
Entonces a partir de las doce de la tarde, todo fue incertidumbre, su primo era la única fuente de comunicación con la que tenía contacto e información de la situación. Así fue hasta las tres y media o cuatro que le hablé a su madre y que me dijo que ya estaba bien, que Carlos se había liberado, sin mayor problema y sin daños físicos.
A los dos días, 27 de julio de 2017, me habló Carlos y me explico que todo fue un elaborado plan de extorsión, provocado inicialmente por la ineptitud y la falta de protocolos del hotel “Best Western” quien otorgó su información a un desconocido. Psicológicamente estuvo secuestrado más de 12 horas, sometido a base de amenazas y terror. Nunca supo quién o quiénes eran sus extorsionadores. Su hermano, que después de creer que posiblemente si se trataba de un secuestro, se comunicó al número de emergencia, 911, de ahí lo comunicaron a una división de la policía científica, quien intervino de igual manera el celular de Carlos y verifico que las llamadas que estaba recibiendo provenían de la Ciudad de México y de un estado al norte de México. Desgraciadamente su hermano ya se encontraba imposibilitado de comunicarle esto a Carlos.
La versión de su liberación es que el día 26 cerca de las dos de la tarde, los extorsionadores le pidieron que se hospedara en la habitación de nueva cuenta, sin embargo, el hotel se lo impidió, pues ya estaba reservada y Carlos ya no tenía dinero para otra noche más. A partir de ahí, cansado física y mentalmente, notó que sus supuestos secuestradores comenzaron a caer en contradicciones, tratando de ganar tiempo; le ordenaron que fuera a un ciber café y que ahí le darían más instrucciones, salió del hotel y se dirigió al establecimiento ordenado. Ahí se mantuvo aproximadamente media hora, donde decidió que saldría, sin importar que pasara. En la calle vio pasar una patrulla municipal, pero se contuvo a pedir ayuda, luego vio una patrulla de tránsito y de igual manera se resistió a ir, finalmente vio pasar un convoy de la policía estatal, con toda su humanidad corrió tras él, los policías lo vieron y se detuvieron. Ahí acabo su tortura. Los efectivos le brindaron ayuda y en cuanto él mencionó que se encontraba secuestrado, fueron al hotel donde estuvo toda la noche y lo requisaron completamente, posteriormente lo llevaron al primer hotel donde había dejado sus pertenencias. Después, el sufrimiento, la angustia y el temor, se terminaron.