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La falla en la política criminológica y la prevención de campo: la necesidad de un espacio para el c



Franciscojavierbatiza@gmail.com


Introducción.


En México los problemas de violencia se encuentran en todos los niveles sociales, día a día los medios de comunicación dan a conocer noticias sobre homicidios, lesiones, secuestros, robos, desapariciones forzadas entre otros hechos lamentables que muestran la realidad imperante de nuestro país.


El gobierno federal en conjunto con los estados y municipios ha realizado estrategias de confrontación al delito que han obtenido resultados cuestionables desde hace diez años; entre las acciones más notables se encuentra el apoyo de la SEMAR y SEDENA para que se encarguen de la vigilancia en la calles de los estados y municipios más violentos del país.


Lamentablemente al querer combatir la ola de violencia que afecta al estado mexicano se han descuidado otros sectores que requieren de medidas preventivas, y que sin duda alguna se deben atender de manera urgente; En este pequeño artículo nos enfocaremos en las instituciones educativas, y en un problema silencioso que se encuentra insertado en ellas: el abuso de sustancias.


Indicadores oficiales.


Según datos arrojados por la Encuesta Nacional de Adicciones en 2014, la mariguana es la droga de mayor consumo en jóvenes, siendo la misma la que lleva a los jóvenes a buscar tratamiento. Posteriormente siguen los Inhalantes y la cocaína en la tabla de preferencias de consumo. De todos los encuestados 7 de cada 10 son personas que comenzaron su consumo de manera experimental.


Así mismo el Organismo para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2016) destacó por medio de su prueba PISA que México ocupa el lugar número 13 entre 69 países en donde el consumo de drogas y el alcohol afecta el desarrollo escolar de los estudiantes de 15 años. La prueba mostró que el 17% de los alumnos mexicanos se ven afectados de un entorno de alcohol y drogas, de las cifras anteriores destaca que México está 7% arriba del promedio internacional.


Análisis de las cifras desde una óptica criminológica.


Las cifras presentadas con anterioridad reflejan la realidad mexicana, una realidad que pareciera a ojos del gobierno federal no existe. Decía el gran Eduardo Galeano que el Estado puede ser homicida por dos cosas: acción u omisión, y en el tema de las adicciones en el país se comenzó a trabajar desde hace 10 años en el combate al narcotráfico, la estrategia fue: sacar a los militares a la calle.


El resultado de esta guerra (cifra estimada) es de 150.000 muertos y 28.000 desaparecidos, que eran personas que pertenecían a las fuerzas armadas mexicanas, sicarios y penosamente civiles, de cuyas muertes siempre fueron negadas o llamadas muertes colaterales.


Pero en el lado de la prevención se dejó de trabajar, la preocupación fue tal en acabar con los sicarios y carteles que dejaron de voltear a ver a los ciudadanos, en el caso que compete en este artículo, se dejó de ver a los jóvenes y las instituciones educativas. Poco a poco los grupos delictivos lograron que dentro de las instituciones educativas se llevara acabo la venta de droga, así como también que cada vez más jóvenes comiencen a probar sustancias a temprana edad.


Ante todo este panorama, que prácticamente es desalentador, se puede abrir la pregunta… ¿Qué está fallando? Las respuestas posiblemente sean muchas, sin embargo, cuando se enfoca a una óptica criminológica, se puede llegar a una conclusión: no existe la prevención criminológica.


A partir del punto anterior se abren dos vertientes: el trabajo legislativo y el trabajo de campo. En el trabajo legislativo si bien es cierto que a nivel nacional se manejan diversas estrategias en políticas públicas, y que dentro de ellas se encuentra una que va enfocada a la prevención del delito que es la política criminológica, ¿Quiénes son los encargados de hacer la política criminológica en México?


Sería conveniente poder decir que son los criminólogos quienes realizan esta tarea, sin embargo el trabajo preventivo lo utilizan otros especialistas enfocados en derecho penal, psicología y trabajo social. Aunque ya hace más de treinta años nació la licenciatura en criminología, todavía el criminólogo no tiene el reconocimiento necesario para que se le encargue la tarea de la creación de políticas en materia de seguridad, lo que si se ha hecho con él es darle la oportunidad de sentarse a tratar a individuos cuando éstos hayan cometido un delito. Lo anterior es uno de los mayores fracasos de la criminología en México, pues la prevención del delito es la primera función del criminólogo y a opinión personal la más importante.


En el caso del trabajo de campo, dentro de las instituciones educativas se han comenzado a crear grupos de especialistas que tienen como finalidad la prevención de la violencia, adicciones entre otros problemas. Escuelas a nivel nacional y en diversos niveles como preescolar, primaria, secundaria y bachillerato han comenzado a manejar este modelo, psicólogos y trabajadores sociales han comenzado a realizar la tarea, empero, ¿dónde están los criminólogos?


Lamentablemente en el trabajo de campo dentro de las instituciones educativas también hacen falta los criminólogos. Los espacios preventivos del delito han sido tomados por personas que no les corresponden, y no porque no sean competentes, sino porque ellos no se han especializado en criminología, por lo tanto son personas prácticas sin bases teóricas para poder atacar el delito.


La urgencia del criminólogo: por la utopía de ocupar los puestos.


Ante el panorama anterior es de suma importancia señalar que tanto en el ámbito legislativo, como en el ámbito del trabajo de campo la urgencia de los criminólogos es importante. Dentro del primer punto los criminólogos deben comenzar a integrarse en el ámbito político, en este caso, como primer punto poder buscar un lugar en una diputación, sea estatal o federal.


Lo anterior con la finalidad de que un criminólogo pueda tener voz y presentar proyectos de prevención del delito que tengan sustento teórico desde una perspectiva criminológica, y que pueda ser explicada por un especialista en el tema. Con lo anterior, se buscaría que las propuestas ya no manejen únicamente la prevención punitiva, sino que se puede llegar a la prevención del delito por medio de modelos no punitivos como lo son: el modelo reparador, terapéutico y conciliatorio.


Aunque parezca contradictorio, es probable que la prevención punitiva sea utilizada, pero lo que debe intentar el criminólogo es tratar de evitar que se utilice lo menos posible. En el caso de que para el criminólogo no sea posible poder participar en la obtención de un cargo público, puede intentar buscar ser un asesor que comparta la teoría criminológica y con esto propiciar que la persona asesorada haga las propuestas y si es posible hacer que sean aprobadas.


En el caso del trabajo de campo, la importancia de que se tomen en cuenta a los criminólogos en las instituciones educativas es urgente, si bien es cierto que los criminólogos se pueden apoyar con otras especialidades, deben ser ellos (los criminólogos) quienes deber comenzar a planear las estrategias necesarias para poder llevar acabo la prevención de ilícitos en instituciones educativas, así como la aparición de ciertas conductas en niños y jóvenes.


Lamentablemente aún es difícil que los criminólogos obtengan un lugar dentro de las instituciones educativas para ser ellos quienes realicen este trabajo de suma importancia, y no es justamente porque lo criminólogos sean incapaces de poder desempeñar este trabajo, la realidad es que el criminólogo en México aún no inspira confianza, todavía no se gana ese lugar.


Por lo tanto, la tarea está en cada licenciado o estudiante de criminología, es uno de los trabajos que tiene el criminólogo a lo largo de su carrera, una misión que parece imposible pero que sólo con hechos se puede lograr. México no necesita más criminólogos de revista o redes sociales, México necesita criminólogos que salgan al campo a trabajar, que realicen planes que coadyuven a mejorar su entorno social.


El criminólogo debe invertir para ser escuchado, con lo anterior me refiero a que probablemente el criminólogo comenzará pagando cada una de las acciones que realice así sean con fines preventivos o para la divulgación del conocimiento.


México necesita a los criminólogos, sin embargo no le va a llegar a cada uno de ellos la oportunidad, se debe de buscar, poco a poco, tocando puertas y demostrando que se tiene la capacidad para que puedan ser confiadas en nuestras manos tareas tan importantes como la creación de políticas pública y el otorgamiento de espacios para poder desempeñar el trabajo de campo en materia criminológica.


Conclusiones.


A lo largo de este pequeño artículo se pudo hacer un pequeño análisis de la estrategia utilizada desde hace ya 10 años en contra del narcotráfico, que si bien intentó disminuir la criminalidad, tuvo efectos contradictorios. Por un lado provocó la muerte de miles de personas, por el otro provocó que México se convirtiera en un país violento.


Así mismo, se descuidaron sectores importantes como las instituciones educativas de las cuales se pudieron analizar indicadores que nos mostraron que si bien se atacó el narcotráfico por medio de la coerción directa, no se manejó la prevención de otra manera.


Por ello, la importancia del criminólogo en la creación de políticas criminales y el trabajo de campo es urgente, pero el criminólogo debe ganar esos espacios pues el desconocimiento de la criminología en México provoca que los espacios que deberían ser ocupados por los expertos en delitos, sean ocupados por otros especialistas que no tienen bases criminológicas.

La tarea para el criminólogo aún es larga, pero confío que pronto los criminólogos alcanzarán la utopía, el reconocimiento de los especialistas en la prevención del delito.

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