¿QUIÉN PINTÓ DE ROJO A LA CRIMINOLOGÍA? Una misión a la especialización del criminólogo.
La criminología como tal, en el sentido coloquial ha sido víctima de una sociedad consumista, pareciera ser exagerado el comentario y hasta contradictorio siendo una ciencia con un objeto de estudio bastante bien definido; sin embargo, en la práctica de lo que rodea a la criminología socialmente (y ya es hasta reiterativo decirlo) está llena de confusiones derivadas de las series, películas, juegos, documentales donde aparecen súper investigadores que en un solo personaje se juntan: policía, detective, criminólogo, criminalista, perfilador criminal, investigador criminal, experto en todas las áreas de las ciencias forenses y por si fuera poco, campeón de ajedrez, situación que ha motivado a tantos jóvenes a voltear a carreras como la criminología donde pretenden ejercer una especie de “todólogo” en lo que a la escena del crimen (o lugar de intervención en el caso de México) se refiere.
Está de más decir que en muchos de los casos los estudiantes se topan con pared al descubrir que la ciencia criminológica es totalmente diferente en muchos aspectos y que puede, por un lado enamorarlos o por el otro, decepcionarlos.
En este tema, muchos de los estudiantes y egresados, argumentan que la oportunidad laboral es demasiado escasa e incluso inexistente, llamándola algunos la –ciencia del desempleo-, situación que se ve respaldada por docentes que en clase ven con indiferencia y pocas expectativas las diferentes vertientes criminológicas. Por citar algunos casos que personalmente he oído de alumnos de diversas universidades donde tales profesores dicen que “la criminología es la hija putativa de la psicología”, “…necesitan de nosotros los abogados para poder ejercer”, “la psicología criminal es más amplia que la criminología” ó “solo puedes trabajar como perito…”, “necesitas un padrino para encontrar trabajo”, “todo el sistema está mal” solo por mencionar algunas.
Por si eso fuera poco, al presentar prácticas profesionales o servicio social, la mayoría de los funcionarios aun confunden la criminalística con la criminología diciéndoles a nuestros alumnos (tristemente), que en esas áreas “no tienen nada que hacer” ya que ellos se dedican “a levantar muertos…”.
¿Cómo no van a decepcionar esos comentarios?, claro que oír esas apreciaciones de diversas personas hacen al estudiante o recién egresado cuestionarse de la elección que hicieron, máxime que además, en su formación solo escucharon hablar de Criminología clínica, que la criminología crítica es la tendencia y que el criminólogo podrá ejercer en tres rubros: forense, judicial (como perito) y penitenciario.
Es aquí donde claramente podemos ver la gran diferencia entre lo que se enseña en clase y lo que es la actividad del criminólogo en la vida cotidiana, por que pareciera que sin el delincuente el criminólogo no existiría, entonces aplicado una premisa simple diríamos que pareciera ser que socialmente se tuviera la percepción de que entre más criminales existan, mas criminólogos deberíamos de necesitar. Precisamente de aquí nacen la siguientes preguntas:
¿Quién pintó de rojo la criminología?, ¿Quién nos dijo que nuestra función es analizar solamente la conducta del sujeto que ya delinquió? ¿por qué todos esperan analizar a un famoso homicida serial? ¿Dónde queda la prevención del delito?
Como vemos, la criminología ha sido teñida de rojo, por escuelas (por meros fines publicitarios con el afán de acaparar más estudiantes confundidos), profesionistas ajenos a la ciencia criminológica, funcionarios y opiniones en general que la ubican solo en el ámbito forense o bien, la misma desinformación del estudiante en criminología, el morbo social respecto a lo que es la ciencia criminológica, entre muchos factores más, sin embargo, tal idea es errónea y se explica ampliamente en que lo que realmente a faltado en las escuelas y lugares de enseñanza de la criminología es hablar de ESPECIALIZACIÓN CRIMINOLÓGICA.
Desde los tiempos donde Lombroso propuso su tratado experimental antropológico del hombre delincuente en 1876, se inicio una carrera imparable por tratar de explicar la conducta criminal, desde la visión de muchas ciencias auxiliares de la criminología y a través del tiempo, ésta ha ido arrebatando poco a poco los espacios que le corresponden y que habían sido tomados por otros profesionales.
El concepto clave para entender la Especialización Criminológica es: prevención del delito. A través de él, se abre un gran portal de oportunidades laborales, académicas y científicas; se vuelve el gran leviatán dormido dentro de la ciencia criminológica que en éste momento histórico es imprescindible despertar para una mejor comprensión de lo que el criminólogo es capaz de hacer.
Luis Rodríguez Manzanera pasa una estafeta importantísima declarándose a sí mismo un “Criminólogo del siglo pasado” en alguna entrevista dada al programa televisivo denominado expediente INACIPE, y secundado por diversos estudiosos de la criminología que han empujado por la nueva cara que debe mostrar la criminología ante la problemática social contemporánea, y es que es un hecho, se requiere tener criminólogos que sean preventores del delito, profilactores y no solo reaccionarios ante la incipiente criminalidad, que conforme avanza el tiempo se vuelve más sofisticada y peligrosa.
La prevención del delito empieza en el medio social como una respuesta a la necesidad de seguridad del ser social en su entorno. En ella es donde necesitamos criminólogos que estén capacitados para intervenir en las industrias, empresas y demás instituciones donde el comportamiento humano pueda volverse una conducta considerada desviada y en su caso pudiera derivar en un comportamiento delictivo; pero es una realidad que en las instituciones educativas criminológicas, salvo casos muy especiales como la Universidad Autónoma de Nuevo León, no se capacita a los alumnos en estos temas. El profesional egresado puede especializarse en las diversas áreas de la criminología corporativa y ostentar cargos que van desde recursos humanos hasta gerencias diversas.
El tener criminólogos especialistas en conductas de nuestros niños, adolecentes y jóvenes, implicaría una mejora radical en la tendencia del combate de la criminalidad (ya que como sabemos la delincuencia organizada si entiende este concepto y cada vez recluta más niños, adolecentes y jóvenes en sus filas). En las escuelas un preventor del delito y analista de conductas disóciales, para sociales, antisociales, etc, podría hacer diferencia si estuviera de planta en las escuelas (y no asistiendo cada mes con una charla como tradicionalmente se hace, con pocos o prácticamente nulos resultados), atacando problemas que ocasionan el bullying, el maltrato infantil, la drogadicción, abuso sexual y muchos más problemas existentes en tales centros educativos.
Investigación en delitos ambientales, asesorías a diputados locales o federales, asesores de presidentes municipales y direcciones de seguridad pública, perfiladores en las empresas de seguridad privada, en casinos, analistas de riesgos, preventores de mermas, planificadores de logística y rutas seguras, cadenas de suministro, auditores, centros de combate de adicciones, instituciones como el DIF, procuradurías de atención a victimas, de defensa de menores, Asociaciones Civiles, conciliadores en justicia alternativa, Comisiones de Derechos Humanos, Contralorías, en fin, la ciencia criminológica permite al profesional en ésta área un conocimiento amplio de lo que su función como preventor del delito le concierne.
No por ello se debe demeritar a la criminología forense, judicial o en su caso penitenciaria, por el contrario, debemos de incentivar su fomento y luchar por plazas para lograr adecuados estudios, dictaminaciones o tratamientos criminológicos, pues es contradictorio que en todas las coordinaciones de servicios periciales en México se hable de criminología y contrariamente en solo el 15 % de los casos se cuente con un departamento de investigación criminológica, encontrando que además, hay criminólogos haciendo funciones de criminalistas, situación que recae hasta en una falta de ética profesional por parte del empleador y del mismo empleado(que en ocasiones acepta tal cargo por la necesidad de un empleo); Esto sin contar que en casos de reinserción social se llega a tener hasta un criminólogo por cada doscientos reclusos en promedio, o centros de atención tutelar donde ni siquiera existe la figura del profesional en criminología. Igual situación (para no decir peor) que en los casos de individualización penal en delincuentes sentenciados no se tenga la opinión del criminólogo para un mejor sustento en la resolución que el juez emite.
Es menester, que el criminólogo entienda su profesión y consiguientemente se especialice en el área que quiera ejercer, pues la idea del criminólogo todólogo es totalmente contraria si pensamos en lo grande y amplia que es la ciencia criminológica; despintemos el rojo sangre de la criminología y pensemos en que, entre más criminólogos, menos delincuentes tendremos.
Sobre el autor: Director del Instituto Mexicano de Investigación Criminal, Profesor y conferencista internacional; Presidente del Consejo de Administración Nacional de Creciendo Juntos Trabajando por México A. C.; Maestro en Derecho Penal y Criminología por la Universidad Enrique Díaz de León; Especialidad en Psicoanálisis por la Asociación Mexicana de Salud Mental y Psíquica, Licenciatura en derecho por la Universidad Autónoma de Guerrero, Cursante de la Licenciatura en Criminología, Victimología y Política Criminal en el Instituto de Estudios Universitarios, Diplomado en Amparo por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Diplomado en Análisis del Sujeto Criminal por el Instituto Psicoanalítico de Estudios Criminológicos, Diplomado en Criminalística por el Instituto de Especialización en Ciencias Penales y Criminológicas; Capacitado mediante cursos, talleres y seminarios impartidos por la Dirección de Formación y Actualización Judicial del Consejo de la Judicatura así como de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Jalisco, de igual manera ha impartido talleres, cursos y ponencias en diversas instituciones públicas y privadas de la república.