Jalcomulco rebelde. Criminología, desarrollo y sustentabilidad.
– Y ¿Cuánto tiempo llevan aquí?
– Dos años, cuatro meses y vamos a seguir aquí hasta que Dios nos preste vida.
Gregorio (vigilante de la radio base).
Jalcomulco “Hoyo en la arena” me explica un vendedor oriundo, según él, la palabra proviene del totonaco. Comunidad turística. Al recorrer sus calles, las casitas, llenas de color, vigorizan el ambiente del pueblo que, a pesar del gran movimiento turístico que hay, vive en paz. La paz es un elemento que puedes respirar y saborear ahí; todos saludan y te reciben con una amable y sincera sonrisa. Conocen su tierra, viven para ella, luchan por ella.
Pero las mismas calles, nos indican que hay otro tipo de movimiento, uno que no esconden y, al contrario, anuncian de manera artística con pequeños y medianos murales de pececitos con diferentes frases: «no a las presas», «yo sonrío al río», «ríos libres», son algunas de las sentencias que acompañan a los coloridos murales.
Frente al parque central del pueblo, una casa color azul con bordes verde, donde, a nivel del piso, sobresale una especie de balcón, sostienen en los barandales, dos lonas largas acompañadas de un mural de mismas proporciones. En una de las rejas que protegen las ventanas hay una tercera lona, más chica que las dos anteriores. Las dos primeras lonas, con el mural, aluden a la lucha que mantiene a todos los pobladores alerta; la tercera es un poema dedicado a la resistencia de los lugareños y a la belleza de sus paisajes.
Ya en el núcleo del pueblo uno se percata que hay algo más que turismo y gastronomía; rabia, enojo, resistencia y una recia voluntad por defender lo suyo, es lo que uno encuentra.
Jalcomulco es una comunidad que anteriormente vivía del mango, donde uno volteé hay hermosos y frondosos árboles de mango que, con sus colores verde y amarillo, se apoderan de las miradas curiosas que obligan a contemplar el boscoso paisaje. Ahora se vive del turismo. Su calidad de valle, con río ofrece grandiosas atracciones: descenso del río, rapel, tirolesa, temazcal [1], entre otras. La oferta gastronómica presume de los alimentos de río; todas las luminarias se alimentan de luz solar y algunos de sus hoteles tienen el mismo sistema. Es una comunidad cuasi sustentable.
A pesar de todas estas maravillas, se percibe algo que no cuadra, en algunas casas cuelgan pancartas en defensa del río… hay una batalla que los medios de comunicación no transmiten.
Me aproximo a la casa azul, que es un comisariado ejidal, y entablo plática con un señor de nombre Álvaro, carpintero de profesión. Comienzo preguntándole por la lucha, él me dice que están defendiendo el río, que quieren construir una presa hidroeléctrica que los afectaría:
– ¿De qué modo? – pregunto yo.
– De todos – contesta él – afectaría a Jalcomulco, La Antigua, Veracruz y hasta el mundo.
Lo escucho detenidamente sin interrumpirlo, me habla de capitalismo, empresas multinacionales que buscan explotar las riquezas nacionales y las fallidas políticas en materia energética aprobadas por los legisladores locales y federales. Aunque suene prejuicioso, me sorprendió. Momentos después me señala a dos hombres que se encuentran parados en la esquina de la casa.
– Ellos son los vigilantes de la radio base – Me explica.
Me acerco a ellos y comienzo a platicar de manera muy coloquial, sin ánimos de una entrevista. Me cuentan un sinfín de experiencias. Llevan dos años y cuatro meses en pie de lucha, la campana de la iglesia, indica al pueblo, cuando hay algún intento de transgresión por parte de la empresa o del Estado, tienen un campamento a orillas del río, por donde la empresa brasileña pretende introducir la maquinaria, mantienen guardias de doce por doce horas los 365 días del año tanto en el pueblo, como en el campamento, son apoyados por organizaciones internacionales. Es una lucha que no se rinde, se mantiene; el espíritu de la rebeldía toma una representación gráfica aquí, en este pequeño pueblito, que no claudica.
Ellos me explican que la presa causaría graves daños al río, en primera: obstruiría en gran parte su caudal (razón por la que el turismo viene, pues son ríos rápidos que perfectamente sirven para la actividad de descenso. Hay más de diez agencias de turismo que ofrecen la actividad de descenso del río), la obstrucción a su vez acabaría o reduciría de manera significativa al marisco de río, gran atractivo gastronómico; segunda: la aminoración del caudal mermaría las cosechas, lo que afectaría directamente a la economía, no solo del pueblo, sino de otras comunidades que dependen en gran parte de este caudal, como la cuenca de La Antigua; y tercera: la disminución en el abastecimiento del agua potable en gran parte del estado.
Saúl y Gregorio son los vigilantes en turno y aunque saben que la labor es difícil no dejan de sonreír. Me comentan que la lucha ha sido larga, pero que han obtenido frutos de manera muy paulatina. De la misma manera me mencionan que se encuentra en curso un proceso legal.
– Dicen que ya no van a construir nada, pero nosotros queremos algo que nos respalde por escrito – comenta Gregorio con cierto sarcasmo.
También me cuentan de una cementera – que recorrí durante el trayecto a Jalcomulco –, la cual, los deshechos que esta produce son vertidos en el río, empero, su lucha contra ella, no fue fructífera.
«La lucha contra la presa se ha vuelto fuerte. Actualmente otras comunidades nos apoyan». comentan Gregorio y Saúl. Cuando se iniciaron las acciones de construcción, desplazaron a varios pueblos a base de engaños. En ese momento, se dieron cuenta, que la presa no era algo que los beneficiaría y fue cuando la disidencia comenzó. «Ahora hay varias comunidades, pequeñas, que nos apoyan. Cada vez que hay una emergencia, ellas van con nosotros» comentan los entrevistados.
Su mayor preocupación es el río. De ahí viven. La pesca y el turismo son su mayor entrada económica, el pueblo se mantiene a sí mismo; de ahí su sustentabilidad.
La rebeldía es una cualidad que nace por la necesidad. Criminológicamente, vamos a verlo de esta forma. Jalcomulco, en sus adentros, es una población por más pacífica, es decir, sus pobladores viven un entorno tranquilo. Sin embargo, su tranquilidad se acaba cuando ven la amenaza a su mayor fuente de ingresos: el río. Ahí nace la gastronomía y los ríos rápidos. Si bloqueas la entrada económica de una comunidad no puedes esperar más que enojo, rabia y odio. Dice Hipólito Rodríguez, experto en estudios superiores Social-Golfo (2015):
Van a captar agua de una zona ubicada 500 metros sobre el nivel del mar para llevarla a un lugar a mil 500 metros sobre el nivel del mar; de Jalcomulco –que alimenta el río La Antigua– a Xalapa. Bombear agua de un lugar tan bajo a uno tan alto implica un costo energético sumamente alto.
Un proyecto que no es, ni cercanamente, sostenible o autosustentable, como lo llaman, y que lo han vendido como la panacea al desabastecimiento de agua que no existe, pero que si afectaría; esto no se puede llamar un proyecto para todos.
Entonces, si, tenemos una población que se encuentra ante las exigencias neoliberales, de una presa hidroeléctrica que acabaría con el turismo y la gastronomía y la reducción de agua potable ¿Dónde dejas a los cientos de desempleados? ¿Qué pasa con la gente que dejó de recibir agua para el consumo humano y para las cosechas?
Ahí entra la Criminología. Este tipo de recursos naturales, son fundamentales para la preservación y la manutención del turismo. Por consiguiente, la dinámica socio-económica de la población depende de estas actividades. Su supervivencia depende del turismo y la lucha se fundamenta en lo mismo.
Pocas veces el Estado es visto como un Ser antisocial, sin saber que él puede ser mucho más dañino que un criminal normal (o como así lo llamamos), las aprobaciones que éste da, son de harto riesgo para la economía de esta comunidad. Las reformas contaminadas de un neoliberalismo depredador, no dejan nada a los pobladores.
¿A dónde arrojamos a los ciudadanos despojados de su labor? El desempleo, nos muestra una agravante para cometer actos en contra de la sociedad. Dejar a un hombre sin trabajo, significa que buscará la forma de mantener a cuatro o cinco integrantes, que dependen él: su familia. La situación no es para nada difícil, simplemente basta con ver que 71 guías acuáticos, quedarían sin empleo. El costo por el beneficio no reditúa en nada.
Si no hay manera de emplear, no solo a los 71 guías, sino a los hoteleros y restauranteros, ¿Qué podríamos esperar de ellos?; el día de mañana Jalcomulco y poblaciones aledañas serían territorio narco y con mucha razón.
El artículo 27 de nuestra constitución habla sobre las tierras y aguas que pertenecen a territorio mexicano, si esto se transgrede (como se está haciendo con la empresa brasileña) y se cae en la antinomia que se ha venido pregonando durante largos años, pero que sin embargo no hay respuestas populares al respecto, no nos sorprenda que el día de mañana todos los recursos naturales de nuestra tierra sean subastados y entonces la Criminología no encontrará más criminogénesis que la necesidad básica de sobrevivir.
La Criminología se ha abocado únicamente por estudiar el comportamiento violento de los individuos en particular, sin embargo, el Estado (y también las empresas) actúan como entes violentos que vulneran los derechos de la sociedad.
Es la corrupción la que permite que el contubernio corporativista se lleve a cabo, por eso las voces alzadas no son escuchadas, ni tomadas en cuenta. Al Estado no le conviene y no le interesa, pero eso no quiere decir que la condición de criminal se deslinde de él. Aunque el Estado no es una persona física, las acciones que emprende son anticonstitucionales, es decir, perpetran el estado de derecho, violando los derechos de miles de ciudadanos. El Estado mexicano es un gran delincuente, pero los pobladores de Jalcomulco los han logrado detener, eso nos advierte algo: la fuerza siempre ha permanecido en nosotros. Llevan dos años y cuatro meses en pie de lucha, más comunidades se han unido y, por el momento, la construcción se mantiene detenida en respuesta de que los órganos correspondientes fallen a su favor.
Jalcomulco es la muestra de la unión, la rebeldía por una causa justa, la disidencia contra un gobierno neoliberal y la lucha contra la aniquilación. Todo Veracruz, todo México y todo el mundo debería tomar a Jalcomulco como ejemplo; no se necesitan muchos, pero si mucha voluntad, mucha fuerza y mucha osadía para mantenerse cuando el sol salga y cuando el crepúsculo nos regale la luna.
La lucha continúa y el río aún sigue su curso.
Dedicado a Gregorio, Saúl y Álvaro, incansables centinelas a la orden de su pueblo y al amor por su río.
[1] Baños de vapor con hierbas medicinales y aromáticas.