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¿Las redes ‘sociales’ nos han hecho menos sociales?


*Nota: este pequeño escrito, no expresa juicios dicotómicos.

A pesar de los grandes beneficios que nos han traído los aparatos de comunicación (celulares, computadora, etc.) y las plataformas de comunicación que estos utilizan (Facebook, Whats app, Twitter, etc.) nos enfrentamos a un problema de interacción humana. Esta interacción con el paso del tiempo, la evolución de los dispositivos de comunicación y la creación de nuevas plataformas para comunicarse, ha disminuido. Y suena paradójico que precisamente las redes “sociales” quebranten los procesos de socialización humana.

Esto nos deja entrever que la tecnología une al mundo, pero separa al individuo. Y no se debe dejar a la ligera esta situación, porque las relaciones humanas nos otorgan herramientas necesarias para la sana interacción social, por ejemplo: herramientas o métodos para la adecuada resolución de problemas.

Pero: ¿Qué sucede con las redes sociales que nos hacen menos sociales? La respuesta reside en que la interacción humana, evidentemente, conlleva a dos o más personas para poder realizarse. Esta interacción se plantea en primer plano como la negación de una existencia única o sea, nos percatamos de que, en este mundo no estamos aislados; o solos.

Nuestra capacidad para razonar, por cierto, libre, nos permite entender que la otra persona también piensa con la misma libertad que como lo hace uno, y aquí aparece el problema fundamental de porque nos volvemos menos sociales. Esta libertad de pensar, y saber que el otro también piensa libremente, puede provocar la interacción de dos ideas contrarias y, para el sujeto, enfrentarse a una idea contraría es mucho más aterrador que, por ejemplo: un enfrentamiento físico, porque en este puedes ver la complexión de la contraparte, puede ver su ataque y su defensa y en noción a esto saber cómo puedes o como debes reaccionar.

Pero con el enfrentamiento de dos mentes es distinto porque aún en una plática de lo más sencilla donde se pueden expresar ideas, pensamientos, opiniones o puntos de vista, no se sabe lo que el otro individuo va a decir o como va a defender su idea o un pensamiento. No podemos ver su capacidad de análisis o su capacidad de crítica.

Aunque en la interacción las dos ideas o pensamientos lleguen a concatenarse de manera armoniosa, existe en el ser humano un deseo intrínseco de competencia. Lógicamente este es un acuerdo que no siempre se dice, pero las dos partes pueden percibirlo. Una competencia, por antonomasia, indica la futura existencia de un ganador y un perdedor (rara vez, en este rubro, habrá un empate). El humano, generalmente, interpreta la derrota como vergüenza pública y como la subyugación ante el ganador, el perdedor se despoja, en ocasiones el solo, de su condición de humano para adoptar la condición de cosa controlada (y hay una razón histórica para creerlo), se pierde el control porque no se pudo controlar (defender) la idea.

Entonces el confrontarse a una mente contraría provoca angustia y temor, porque no hay peor derrota, que la de una idea. Aquí las redes sociales nos brindan la capacidad de expresarnos a nuestras anchas, sin enfrentarse personalmente a la idea contraría, desde la figura del anonimato o nos otorga, también, la facultad de ignorar lo que se comenta o se responde sobre la idea que expresamos en las redes sociales. Así el sujeto aunque se perciba confrontado, puede ya no sentir la responsabilidad de defender su punto, entonces ignorar ya no se ve como derrota. Por eso se prefieren las redes sociales porque la expresión de una idea o un pensamiento ya no se ven expuestas a la derrota pública.

Por desgracia estas confrontaciones de ideas o de pensamientos eran las que enriquecían al ser humano en todos sus aspectos, grandes teorías surgieron del enfrentamiento y de la complementación de ideas o pensamientos. Ahora el humano, preso de la cobardía, prefiere seguir navegando los mares de la ignorancia donde solo él tiene la razón, su velero es la última palabra y no está dispuesto a cambiar de velero. Con las redes sociales sentimos seguridad en nosotros mismos, porque en la realidad pasa lo contrario, pero esta seguridad está fundada en un solo criterio, el nuestro. Por lo tanto es infundada y denota un perfil muy superficial.

Las redes sociales nos conectan con otros seres humanos, pero nos individualizan porque no hay semejanza de ideas (suena lógico sabiendo que más de la mitad de la población mundial utiliza algún tipo de red social), de gustos, de intereses o de pensamientos.

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